Estos son los siguientes ejercicios que hice en clase y aunque correctos, no están dotados de esa gracia que tiene el pintar sin miedo. Pero sin miedo a qué, preguntaréis, sin miedo a que no saliesen como el primero. Es la tontería más grande de la que ya estaba precavida y sin embargo... no pude evitar querer hacerlo bien. ¡Error! Uno tiene que seguir sus instintos sin preguntarse el porqué de esa forma concreta que deforma el ojo o de esa sombra bajo la nariz que oscurece toda la boca. Hay que aprender a aceptarlas, a dejar que estén, porque es parte del contexto del modelo y dan fe de su personalidad revelándonos esos volúmenes específicos; porque esa sombra cae ahí y de ninguna otra manera en otra persona.
Ejercicio pintado con Mucho Miedo |
Ejercicio pintado con menos miedo pero un poco plastificado. |
No está terminado, le faltan millones de luces y matices pero...¡tiene algo! Que es, sin duda, lo más difícil de conseguir.
He estado buscando referentes y sin querer he topado con las magníficas reflexiones de Rodin sobre la esencia del retrato: en primer lugar opina que un buen retrato es como una biografía en la que poder leer los orígenes del modelo, su profesión, el carácter e incluso sus deseos y ambiciones. Un buen artista debe ser también un extraordinario fisonomista y revelar el verdadero carácter del modelo sin las interferencias de las máscaras (propias y externas). Un buen retrato es capaz de ofrecer en toda su plenitud y crudeza, el alma del retratado.Y eso vale tanto para pintura como para escultura.
Estos son algunos de los autores de los que sus obras han llamado mi atención:
John Singer Sargent
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