jueves, 26 de diciembre de 2013

¡Mi primer busto escultórico!

Un retrato, ya sea pictórico o escultórico, es una de los temas más interesantes para un artista pues aunque se conozca la técnica uno siempre puede perderse en el carácter, las maneras y la personalidad del retratado, ya sea mediante la expresión de sus ojos o las facciones más o menos duras; más o menos sensibles de su rostro. Siempre hay cosas que descubrir.
Al pricipio busqué una modelo con rasgos interesantes y me documenté fotográficamente, pero un día vino a posar y me di cuenta de la tortura que era modelar partiendo sólo de fotografías. Éstas pueden servir como referente de algunas cosas pero de ningún modo sustituyen la vida de ese rostro. Así comencé a alejarme de la modelo e intentar representar la imagen de mi cabeza de una mujer fuerte, atrevida, digna y sigular.

Estas tres imágenes fueron mis referentes principales: un busto sobrio de Miguel Moreno, otro más expresionista de Víctor Ochoa y otro academicista del escultor francés Houdon.
Estudios preparatorios:
Proceso:
Lo más dificil es conseguir algo de expresividad sin sobar demasiado la obra. Nunca había dado forma a un ojo, una oreja o una boca y tuve que rehacerlas una y otra vez para darle cierta veracidad. ¿No se dice que el hombre fue creado del barro? Pues el Altísimo tuvo que pasárselo en grande dándole forma a todos sus atributos.
Lo primero fue encajar las formas principales, luego las medidas para los ojos, la nariz y la boca; que las orejas estuvieran a la misma altura. Es importante poner el barro y darle ya una forma, no dejar la textura para el final, pues así el proceso formará parte de una expresividad más profunda. Como decía Rodin: "que nada sea innecesario; no desaprovechar ninguna forma." Todo tiene que tener una continuidad, y más si es una mujer, en la que los rasgos son más finos y la piel más suave.
La obra podría haberse terminado mucho antes, personalmente prefiero lo inacabado para que el espectador juegue a completar el significado según su experiéncia, pero quería enfrentarme al reto de intentar modelar el laberinto de formas de la oreja, la sutileza de las comisuras de la nariz y la boca, insinuar el lagrimal de los ojos, que el pelo tuviera peso... creo que este ejercicio me ha dado una comprensión mayor de lo que es la complejidad de un rostro humano. ¡Se modela con el corazón!
 
Ya terminada!
Este el el verdadero tamaño del busto... que las fotos engañan un poco!
¿Y ahora qué?
Tengo un trabajo hecho en un material no definitivo. El barro, o has pensado previamente en cocerlo (entonces no le haces estructura), o tienes que pasarlo a otro material para conservarlo. Aquí entra en juego la importancia del M-O-L-D-E. Mi Archienemigo por naturaleza. El molde, aunque entretenido de hacer, no es nada creativo y si a eso le sumas el peso de la escayola, la tensión de no perder todo el trabajo o el miedo a que no encajen bien las distintas partes... Pero no queda otra, así que en enero lo empezaré, pensando en la reproducción con resina de poliéster y chamota. Tampoco he pensado en ninguna base, aunque sí tengo una idea para darle Otra Vuelta de Tuerca al significado.

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