miércoles, 1 de enero de 2014

Modelo con instrumento

El ejercicio constaba de realizar un retrato sobre un formato más grande que incluyera ambas manos y un instrumento, con la complejidad de los reflejos del instrumento y los ropajes del modelo. A mi me gustaba mucho el ejercicio pero aunque no esté Súper Satisfecha, sí encuentro algunas partes interesantes.
Estos son mis primeros encajes patateros, ya desde el principio desplacé sin querer la figura hacia el borde (aunque tener los caballetes cada día en un sitio diferente no ayuda mucho). El primer día veía el modelo de frente, el segundo de lado y el tercero de frente otra vez; en clase somos muchos y es difícil que el modelo se ponga exáctamente igual cada día (por no hablar de la ropa, las sombras y la posición de la trompeta). Pero eso son cosas a las que uno debe acostumbrarse.
De todas formas lo que a mí me interesaba realmente encajar era la luz y su recorrido por la figura. Así que no me preocupé mucho de las formas exáctas hasta que no tuve una valoración de la luz y los tonos que más o menos me gustara. Poco a poco el profe me fue corrigiendo, sobre todo en el tamaño de la cabeza y las proporciones.
Hay una convención de los brillos que ha llegado hasta nuestros días: "no dar los brillos hasta el toque final." Y eso era sin querer lo que estaba haciendo, hasta que el profesor vino y me marcó unas luces tan potentes en la cara del modelo que me obligaron a reorganizar otra vez las sombras en función de esas luces. Así aprendí que el cuadro hay que llevarlo siempre al completo de tonos, si luego se debe matizar o apaciguar algunas zonas es mejor utilizar las veladuras. ¿Si no se marcan las luces máximas, como se pueden trabajar las sombras? También es cierto que hay sombras y sombras; y como nos mostró en la evolución de Velázquez, estas deben completar el significado del rostro, no quitárselo por obedecer exageradamente a la realidad.
Ya terminada:
En este ejercicio he aprendido sobre todo del potencial de las veladuras y la necesidad del barniz holandés (con su característico olor a perro moribundo). Uno de los detalles que más me gustan es el de la mano inferior y la trompeta: la mano porque fue totalmente intuitivo, apenas una sombra inicial de encaje y unas luces fuertes bien puestas. Ahí se quedó. Y la trompeta por el trabajo de veladuras: ese color dorado-metalizado es muy difícil de conseguir de una manera directa, pero si se trabajan las luces-sombras y los reflejos y luego se vela todo de manera uniforme y se vuelven a dar luces si que da sensación de ese material. 
En realidad lo mejor sería desarrollar todo tipo de estrategias para saber representar cualquier cosa porque siempre va a haber objetos, telas, fondos, materiales, calidades y texturas nuevas en cada cuadro que pintemos. Es decir, no saber pintarlo todo perfectamente, sino más bien tener las herramientas pictóricas suficientes como para enfrentarnos a lo que sea.

Pruebas y variantes para ver otros efectos, siempre con los filtros y tonterías de photoshop:
Trompetista en tugurio de mala muerte
Trompetista rodeado de misterio
                
Trompetista en cuatro trazos

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